Has probado cremas, sérums, mascarillas… pero nada parece funcionar.
A las pocas horas, tu piel vuelve a sentirse áspera, apagada y con esas pequeñas líneas que hacen que el maquillaje se vea cuarteado.
Cada día frente al espejo, notas cómo la luminosidad se apaga un poco más.
Esa sensación de sequedad constante, de piel cansada, te acompaña incluso después de hidratarte.
Tu piel simplemente pide auxilio.










